martes, 15 de septiembre de 2009

Eterno retorno.

El hombre es circunstancial, la persona no.

Qué cosas tiene todo ésto, después de veinte siglos de humanidad "civilizada" nadie sabe mucho más que aquél revolucionario llamado Jesús. Y eso que los sentimientos son los mismos. El agua, más de lo mismo.

En las cuevas sigue habiendo gente, sobre todo en las cuevas del arte, donde empezaron con pinturas rupestres. Nadie sabe ver ya esas pinturas, parecen que están en otra dimensión o son tan sucias que los limpios ojos que nos venden en la televisión no pueden ver nada que no produzca algún beneficio. Pero todo eso arderá algún día, y será materia de estudio en un futuro (si es que existe y no existe un todo con sus partes) en clases de historia. Puede que se llame la era del hombre hueco o del envase.

Lo fácil.

Lo difícil para los dificultosos. Las cuevas para ellos. Para mi. Cuántos años tardó Benedetti en llegar hasta el poema de "Corazón coraza", y yo, con veinte años, lo tengo aquí. Puedo comprender algunas cosas, y aunque crea que lo comprenda entero eso son solo ilusiones de árboles que creen moverse. El secreto es que no hay secretos. Solo incógnitas. O sombras.

viernes, 4 de septiembre de 2009

Nuevos planes, idénticas estrategias.

"Y aunque creí que nunca más sería capaz de comenzar, la fantasía es una vía..."

Cuando se levantó no supo hacer otra cosa que usar toda la fuerza que había tenido dentro. Capacidad para mover cientos de toneladas de cieno que llevaba detrás de los ojos, capacidad para olvidarlas y moverse como una bailarina con zapatos de claqué encima del escenario.

"Comenzaré con solo una viñeta, sin referencias ni explicación..."

La fuerza que había ido guardando cuando la ciudad sonreía detrás de las esquinas. Febrero. Alimentándose de los pasos de Miguel en el camino que va más allá de Mundo Nuevo. Toda la vida giró en aquellos meses, una vida que pudieron ser cuatro o cinco más. El centro: una persona que no tenía nada que ver. Maldita sea. El destino, las risas, querer saber más. Una historia que no tuvo ninguna comparación y sobrepasaba a todas con su velocidad. Como corren estas letras. Una voz ronca, grave. El Pimpi y sus fantasías, aquella forma de deformar las realidades. No hay un todo si no diferentes partes.

"En pie como el soldadito de plomo, se preparó para caer en combate..."

A unos les daban medallas, otros imaginaban encuadres en calle Mármoles. Algunos se aprendían el guión, y yo fantaseaba con todos esos sueños, todas esas ilusiones que creía abandonadas. Psicólogo. Las gotas de literatura que comenzaron a caer del cielo durante aquél verano, en un lugar insospechado, donde los árboles se olvidaron de extinguirse. Después vinieron los riachuelos, los ríos, los embalses. Y este goteo incesante de textos en páginas donde nadie sabe nada de mi. A veces pienso, dubitativo, si es la fuga que me impide lanzarme a nadar en grandes superficies. Dudo mucho, para mal o para bien.

Dispuesto para morir.

Dispuesto para combatir.

Sangre en las manos.

Disposición para agarrar con fuerza la tragedia.

Aunque después no muera y peor, siga viviendo.

Aunque pierda y peor, gane.

Aunque la sangre no salga y al fin me digan que la canción de mi vida es un silencio que dura toda una eternidad.

"Parece ser que va a llover, el aire aquí es más cálido..."