domingo, 1 de noviembre de 2009

Plaza de la Merced.

"Los mártires que transmiten su memoria, no mueren, suben al tiempo de la gloria".

-¿Qué te pasa? Pareces triste.
-Creo que estoy incubando un virus.
-¿Qué virus?
-Uno que tiene que ver con la literatura.
-¿Y cuáles son los síntomas?
-Estornudo textos, escupo relatos y de vez en cuando me da una fiebre que me deja postrado en la silla donde solo sé leer o escribir.

martes, 15 de septiembre de 2009

Eterno retorno.

El hombre es circunstancial, la persona no.

Qué cosas tiene todo ésto, después de veinte siglos de humanidad "civilizada" nadie sabe mucho más que aquél revolucionario llamado Jesús. Y eso que los sentimientos son los mismos. El agua, más de lo mismo.

En las cuevas sigue habiendo gente, sobre todo en las cuevas del arte, donde empezaron con pinturas rupestres. Nadie sabe ver ya esas pinturas, parecen que están en otra dimensión o son tan sucias que los limpios ojos que nos venden en la televisión no pueden ver nada que no produzca algún beneficio. Pero todo eso arderá algún día, y será materia de estudio en un futuro (si es que existe y no existe un todo con sus partes) en clases de historia. Puede que se llame la era del hombre hueco o del envase.

Lo fácil.

Lo difícil para los dificultosos. Las cuevas para ellos. Para mi. Cuántos años tardó Benedetti en llegar hasta el poema de "Corazón coraza", y yo, con veinte años, lo tengo aquí. Puedo comprender algunas cosas, y aunque crea que lo comprenda entero eso son solo ilusiones de árboles que creen moverse. El secreto es que no hay secretos. Solo incógnitas. O sombras.

viernes, 4 de septiembre de 2009

Nuevos planes, idénticas estrategias.

"Y aunque creí que nunca más sería capaz de comenzar, la fantasía es una vía..."

Cuando se levantó no supo hacer otra cosa que usar toda la fuerza que había tenido dentro. Capacidad para mover cientos de toneladas de cieno que llevaba detrás de los ojos, capacidad para olvidarlas y moverse como una bailarina con zapatos de claqué encima del escenario.

"Comenzaré con solo una viñeta, sin referencias ni explicación..."

La fuerza que había ido guardando cuando la ciudad sonreía detrás de las esquinas. Febrero. Alimentándose de los pasos de Miguel en el camino que va más allá de Mundo Nuevo. Toda la vida giró en aquellos meses, una vida que pudieron ser cuatro o cinco más. El centro: una persona que no tenía nada que ver. Maldita sea. El destino, las risas, querer saber más. Una historia que no tuvo ninguna comparación y sobrepasaba a todas con su velocidad. Como corren estas letras. Una voz ronca, grave. El Pimpi y sus fantasías, aquella forma de deformar las realidades. No hay un todo si no diferentes partes.

"En pie como el soldadito de plomo, se preparó para caer en combate..."

A unos les daban medallas, otros imaginaban encuadres en calle Mármoles. Algunos se aprendían el guión, y yo fantaseaba con todos esos sueños, todas esas ilusiones que creía abandonadas. Psicólogo. Las gotas de literatura que comenzaron a caer del cielo durante aquél verano, en un lugar insospechado, donde los árboles se olvidaron de extinguirse. Después vinieron los riachuelos, los ríos, los embalses. Y este goteo incesante de textos en páginas donde nadie sabe nada de mi. A veces pienso, dubitativo, si es la fuga que me impide lanzarme a nadar en grandes superficies. Dudo mucho, para mal o para bien.

Dispuesto para morir.

Dispuesto para combatir.

Sangre en las manos.

Disposición para agarrar con fuerza la tragedia.

Aunque después no muera y peor, siga viviendo.

Aunque pierda y peor, gane.

Aunque la sangre no salga y al fin me digan que la canción de mi vida es un silencio que dura toda una eternidad.

"Parece ser que va a llover, el aire aquí es más cálido..."

martes, 18 de agosto de 2009

Los gatos flacos.

Los gatos flacos son ratones gordos. Un amor gordo es un temor flaco, una luna que no mira al mar y que no quiere reflejarse en los espejos.

El marino en una tempestad mira solo la tempestad, cuando se fije solo en una ola, ésta lo volcará.

Ahora hay otras historias que contar. Otros encuentros, otros acantilados, otras palabras que corren con el tiempo y solo quieren correr más.

La música que suena (esa extraña forma de tiempo según Borges) eran tus palabras, las mías. Resulta que me fui cien veces sin saber donde irme y acabé en los lugares. Una más tres y siete, así hasta llegar a cien. Probablemente sonreía, aunque fuesen otros. Porque, aunque fuesen otros, sobre todos cayó un hechizo, una marca, una herida a la vista del mortal de la que nunca se podrían recuperar. Soy el asesino, el yacente, el arma homicida. El río de Santa María y Gertrudis. Macondo. El impronunciable condado de William. El riñón que falta y el que hay, el padre que se llevaron las nubes. Soy, como muchos otros, el confidente, la víctima. Soy la vieja carne, el Aleph, alguna catedral, los pensamientos que son míos y los que no son. Y especialmente el gran redentor que es el que a la vez da sentido a las historias. Los gatos flacos que quieren comer ratones gordos.

El eco de las canciones que surge de unas luces que parecen un nuevo amanecer. Alcohol y alcohol one more time. Un tipo que no recuerdo como se llama, le enseñó a un rey persa el juego del ajedrez. Éste, sorprendido ante tamaña arte militar sin derramamiento de sangre, le dijo al tipo que qué quería, que era el Sha Persa y podría darle cualquier cosa. El tipo dijo que quería tantos granos de trigo como cuadros tenía el tablero, multiplicados por sí sesenta y cuatro veces (o algo así). Me temo que el Sha Persa no pudo complacerle, espero que con ésto comprendan la grandeza del hombre también puede ser su pequeñeza.

miércoles, 12 de agosto de 2009

Bradley Wiggins

Alguna vez quisieron elevarme a unas categorías que ni yo mismo era capaz de reconocer. Me hicieron grande a base de gas, ocupando el máximo espacio posible a pesar de tener pocas partículas. Me ha sucedido otras veces y, es que, no sé aceptar un halago. Los agradezco y los siento, pero intento que no lleguen a tocarme. Así no consiguen hacerme gas.

Lo malo de volatilizarte y ocupar mucho espacio es que, se irán las personas, la temperatura y la vergüenza bajarán a su estado normal y entonces te sublimas. Vuelves a lo sólido. Y de repente, te sientes pequeño. Y no es que seas pequeño, es que especulaste con una grandeza efímera que no puede verse en el espejo. Vuelo por dos o tres halagos y después vuelvo al estado normal. Mido uno ochenta y siete. Si abro los brazos alcanzo una longitud de metro y medio. La mano (con los dedos) mide diecinueve centímetros, y el pulgar solo, siete centímetros y medio. No hay más. Sólo números que no saben de halagos y mucho menos de volatilización en carne humana. No estoy pequeño ni grande. Soy yo. Con mi piel y mis heridas, las cicatrices. A veces también tengo miedo, y otras todo lo contrario. Hago unas cosas bien y otras mal, pero procuro siempre hacer algo. Aunque sea callar, observar.

Y hay un secreto que a veces creo que nadie sabe: todo lo que hago yo también lo podéis hacer los demás. A veces pienso que alguien halaga a otro alguien con una voz que parte de la culpa. Pero es cierto, a veces también pienso demasiado.

Arrivederchi. La cena me espera.

lunes, 27 de julio de 2009

Talento.

El talento es una forma de ver las cosas, una manera de mover los ojos en un hecho o sobre un hecho. El talento es una forma de asociar olores, una manera de saborear y cómo sentirlo. El talento es una forma de no oír las cosas, y una manera de escucharse a sí mismo. El talento es una forma de acertar con la mano al tocar a alguien, una manera de mover los dedos con la fuerza, precisión y velocidad necesaria para tocar, escribir, masajear, rascar, cocinar, marcar, llamar, acariciar, señalar, hablar. El talento es una forma de respirar, de mover las piernas. El talento es una forma de moverse por el mundo, una manera de gastar el tiempo y los pensamientos. El talento es una manera de hilvanar palabras, una forma de contar números. Una manera de imaginar.

El talento necesita de una voluntad para vivir. Y de una pereza para dormir. Del talento no se vive, se aprende. No se compra ni se vende. A veces nace con uno y otras, nace de uno.

Busca.

domingo, 26 de julio de 2009

Bienvenido a la supramúsica.

En primer lugar aparece un hombre que habla en inglés, toca tres canciones que suman una hora de tiempo y se marcha. "Te aplauden porque te vas, que eres malísimo, vete ya a la mierda, hombre ya".

En segundo y probablemente último lugar aparecen cinco o seis músicos. "Buenas noches". Comienza la música. La luz es azul. Nadie canta, solo hay guitarras, teclado y batería. El bajo apenas se mueve, y la eléctrica parece estar practicando sexo. Poco a poco la sala va cayendo en una espiral de vértigos y pensamientos. Yo pienso más rápido, recuerdo que se me había olvidado cómo es la inspiración que nace en los conciertos. Parece que aquél día, desde las 00.00 hasta las 24.00 horas, estaba hecho para despertar. "No existe un todo sino diferentes partes".

Una mujer sale de atrás y baila con un micrófono. Cuando hay más ruido ella se dedica a cantar. Está besando el micrófono, agarra con ambas manos el plástico que atrapa su voz. Besa con sus labios la membrana del micrófono, con su voz. Calla. Y baila con el micrófono. La guitarra eléctrica sigue practicando sexo y el batería cuadra el ritmo casi a la perfección. La chica, la mujer, vuelve a cantar. Coge el micro entra las manos y vuelve a besar el micro, la música. Siento que me besa a mi también, en los oídos, con su voz. Vuelve a bailar y todo termina, comienza otra canción.

Yo acierto a pensar en otros lugares, otras personas. Echo de menos a una, dos, tres y cuatro. Al fin y al cabo soy humano. El concierto sigue y va restando tiempo. Muchas canciones me parecen iguales, pero no importa, sé que no lo son. "Pienso en esas cosas porque se ven con tanta naturalidad que parece que no son normales". Una chica en silla de ruedas en mitad del pasillo. Vuelvo a recordar el sentido de otras historias y de la mía propia. Los pelos de punta, me acuerdo de Pablo. La música suena y suena y no quiere parar. De repente se alargan los tempos. La guitarra eléctrica entra en éxtasis. Suena un violín que quiere parecerse a "La Dispute", pero hay mucho ruido de guitarras. Una flauta, un solo de batería y todo se acabó. Yann Tiersen se dirige a la sala en silencio, tan en silencio que se puede escuchar el zumbido de los altavoces. Consciente de que una palabra suya puede resonar al otro lado del mundo, en la región más oscura de nuestra alma, susurra dos palabras con una voz que viene de las cavernas. "Muchas gracias". Se va, agradecido, el dueño de la Supramúsica, aquel que no hace lo que la gente espera.

lunes, 6 de julio de 2009

La sombra de los moais.

Música que cabalga por la partitura.

No pude evitar acordarme de ti. Aunque el sueño me abordara.

No pude evitar acordarme de la playa, la sombrilla, la gasolina. El calor.

No pude evitar acordarme de tus palabras y mis textos, esos que te resultaban imposibles. El camino del Atabal, la noche. Iván Ferreiro. La nostalgia me pudo y eso que no suelo sentir. Resultó que me descubriste nuevos ojos y unas pestañas que no sabía ver. Resultó que las estupideces me parecieron dóciles, las mujeres de otra forma y la seguridad no tan segura. En el preludio de todo esto supe siempre esta historia. Lo que ocurre es que no sabía cuando escribir el final. Porque no creo que tuviésemos principio ni desarrollo. Solo un final. Un final que empazaba alto, algo que ya me ha ocurrido otras veces. Cuanto estoy aquí siempre me creo un enfermo."Después vinieron esas nubes, la lluvia que yo anunciaba cuando el mundo era posible". Una ilusión y cientos de cristales que no supieron donde caer.

"El fin de esta vida viene", me dijiste mientras hacías las maletas. Yo volvía a la inopia, a las carreteras de mi corazón que me quieren llevar al mundo real. Volvía a no sentir lo que ya había sentido antes. Los picapedreros haciendo otros caminos posibles, sueños nuevos, música que no quiere acabar. "Me has salvado el verano". Y tú a mi de la vida, la vida fugaz de dos meses.

Tierra y agua que ahora son flores. No pude evitar encontrarme contigo.

viernes, 22 de mayo de 2009

Cuando suena Miles Davis. (I)

La política es un niño caprichoso que sólo habla de juguetes y nunca juega con ellos.

martes, 12 de mayo de 2009

Guitarra.

Para mi significa asfalto. Carretera, soledad. Se dejaba llevar por ti. Cada uno su razón. Se fue parte de una poesía, la parte creativa. Ya no habrá más canciones de Antonio Vega. Las que están, sólo.

Siempre me pareció que al salir al escenario, al hablar en las canciones, había un toque de libertad. Como si viniese de una lejana batalla, a descansar y todo aquéllo fuese un alivio, los conciertos, componer. Siempre me dio la impresión de que venía de otro mundo, otra parte, una guerra que no alcanzaba a comprender. Él mismo. Porque Antonio se perdía en su mundo y a veces se olvidaba de salir.

Todo ello quedaba reflejado en unos ricos poemas que con poco quieren decir mucho. Unos océanos de sol, una desordenada habitación. Fuiste un carraspeo de guitarra y un soplo de aire fresco en los veranos. La emoción en Caótica Ana y un eterno equilibrio entre el temor y el amor que hoy han puesto un punto y a parte en la manera de hacer música.

Descansa de la ansiedad, descansa de la lucha de gigantes.

lunes, 11 de mayo de 2009

Cine.

No creo que tenga potestad, ni cultura suficiente como para poder juzgar el cine. Intento ver una película después de que alguien me la recomiende o cuando me convence una sinopsis, una crítica de internet. Y de lo poco que he visto, de lo poco que sé, el cine, el gran cine (de Ford, Hitchkov, de Marlon Brando o Boggart) se durmió hace algún tiempo. Hoy Garci ha dicho que ese sueño comenzó con El Padrino II. Y que desde entonces las obras maestras no han vuelto a dar señales de vida.

Probablemente el cine, el "gran cine" que hoy se busca poco o nada tenga que ver con el cine que antes se buscaba. Creo que ahora las películas se han perdido en planos magistrales, escenas inverosímiles, efectos especiales difíciles de imaginar hace un tiempo. Puede que el cine de hoy día se haya perdido en los colores, la calidad de imagen y sonido y haya dejado de lado lo que realmente importa: la historia que se cuenta. Se olvidaron los maestros del cine de las sombras de los personajes. Los dobles sentidos, los juegos de palabras. Los personajes atormentados, la esencia del buen actor. Una vez escuché que hay dos clases de actores: los que se adaptan al guión y a los que se adapta el guión. Ahora se busca el aplauso, la risa, la emoción fácil. No se entiende la historia cocida a fuego lento que se vive en Casablanca: puede que hoy la película no le durase más de cuarenta minutos a los guionistas. Ni los espectadores capaces de verla...


Eso sí, tampoco creo que todo sea tan drástico, hay cine para todos, y buenas obras después de los 70. No voy a arrebatar la afirmación de Garci, pero para mi gusto hay vida, obras "medianas" (al menos) después de la década de los 70. Blade Runner (mágico futuro ideado por Ridley Scott), Sin perdón (Clint Eastwood y su western crepuscular), Taxi driver entre algunas otras merecen una excepción, un asterisco en la historia del cine, por muy humilde que sea. Aún así siempre tengo la sensación de que no he visto aún la película de mi vida y que, probablemente por la pereza u otra torpe excusa, no la vea nunca. Bien porque no sea conocida y no sepa buscarla en condiciones o porque me pierda en mi camino y no sepa llegar a ella.

En cualquier caso un tema que invita a pensar. Y en estos casos siempre llego al mismo lugar. El dinero no compra la maestría, duerme la genialidad y pudre todo cuanto el ser humano quiere.

domingo, 10 de mayo de 2009

Tiempo.

"No intentes ser mejor que nadie, procura ser mejor que tú mismo".

Entre Faulkner, Borges, Galeano, Joyce, Onetti, Benedetti, esa extraña manera de sentir el páramo y la soledad con gozo, conseguirán arrancarme, en un tiempo aún por llegar, el poema que aún no he sabido/podido escribir.

http://www.youtube.com/watch?v=9SuMYFNbmd8&feature=fvsr

viernes, 8 de mayo de 2009

Por la duda.

Alzemos una copa por la duda. Aunque no tengamos champán ni copa. Y brindo por la duda porque tengo mis serias dudas de que esto llegue a algún lugar. O que continúe a partir de esta primera entrada.

Algunas veces cuando tengo una cita con alguien que hace mucho tiempo que no veo, temo no reconocerla en el lugar de encuentro. Que el tiempo y mis ensoñaciones hayan convertido su rostro en una hipérbole de la realidad, un boceto picassiano. Lo temo una y mil veces. Lo mismo me ocurre con los textos que a veces imagino, lo mismo me ocurre con las frases, personajes y pasajes de un posible párrafo o anécdota. Temo que al llegar al papel en blanco (o pantalla del ordenador) se me olviden por completo cual eran realmente la intención, el final, la esencia. La metáfora.

Menos mal que tengo suerte y casi siempre me suelen reconocer, algo aplicable al papel en blanco porque, aunque una metáfora se vaya, siempre que estuvo en mi mente vuelve volando como un pájaro que guiña desde un tendido eléctrico, o un limonero que crea gotas de sol a partir de agua, una y otra vez.