lunes, 6 de julio de 2009

La sombra de los moais.

Música que cabalga por la partitura.

No pude evitar acordarme de ti. Aunque el sueño me abordara.

No pude evitar acordarme de la playa, la sombrilla, la gasolina. El calor.

No pude evitar acordarme de tus palabras y mis textos, esos que te resultaban imposibles. El camino del Atabal, la noche. Iván Ferreiro. La nostalgia me pudo y eso que no suelo sentir. Resultó que me descubriste nuevos ojos y unas pestañas que no sabía ver. Resultó que las estupideces me parecieron dóciles, las mujeres de otra forma y la seguridad no tan segura. En el preludio de todo esto supe siempre esta historia. Lo que ocurre es que no sabía cuando escribir el final. Porque no creo que tuviésemos principio ni desarrollo. Solo un final. Un final que empazaba alto, algo que ya me ha ocurrido otras veces. Cuanto estoy aquí siempre me creo un enfermo."Después vinieron esas nubes, la lluvia que yo anunciaba cuando el mundo era posible". Una ilusión y cientos de cristales que no supieron donde caer.

"El fin de esta vida viene", me dijiste mientras hacías las maletas. Yo volvía a la inopia, a las carreteras de mi corazón que me quieren llevar al mundo real. Volvía a no sentir lo que ya había sentido antes. Los picapedreros haciendo otros caminos posibles, sueños nuevos, música que no quiere acabar. "Me has salvado el verano". Y tú a mi de la vida, la vida fugaz de dos meses.

Tierra y agua que ahora son flores. No pude evitar encontrarme contigo.

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